Jack y su bolsa de papel.


        Jack era un pequeño niño con una bolsa de la compra por cabeza.

      Puede resultar extraño e inusual, pero en el interior de aquella bolsa se estaba bien. No había ni leones, ni vampiros, ni de quien enamorarse. No podía ver como la gente se había convertido en robots que solo obedecían, consumían, dormían y volvían a consumir. Jack solo podía escuchar la manipulada información que su vieja televisión le mostraba: asesinatos, guerras, hambre, corrupción y alguno de esos horribles festivales de eurovisión... La bolsa en la cabeza le salvaba de todo aquello.

¿Quién no querría una bolsa por cabeza?

El despertar.

      Ella se despertó buscando un motivo por el que levantarse, se miró al espejo esperando una sonrisa que nunca llegaría. Se sentía tan sola en ese momento...

      Pero una pequeña brisa alegre llamó a la puerta, la estaba buscando a ella. Volvió a recordar, volvió a ser ella misma. Olía a cambio, olía a galletas y a alegría. Se quitó la máscara y volvió a sonreír. 'El mundo no se acaba aquí' susurró mientras se pintaba una carcajada con el pintalabios, 'otro nuevo mundo comienza ahora mismo'. Comenzó a caminar mientras bailaba, se sentía otra, se sentía nueva.

      Capaz de todo.

Cambio.




    Odio como la gente entra y sale de tus vidas, no puedes hacer nada por evitarlo, solo ver como se van, como esos dulces momentos se olvidan.


    Me gustaría poder agarrarle del brazo y decirle: 'quédate conmigo, quédate conmigo para siempre.' Pero no sé si eso sería lo mejor, porque tal vez todo volvería a ser igual.
    Nuevos caminos, nuevas miradas, nuevas acciones... Todo esto me asusta, quizás yo no estoy hecha para tomar nuevas decisiones, o no estoy preparada para cambiar nuevamente de rumbo. Si os soy sincera, no sé qué camino he de seguir. Pero, ¿quién sabe?, a lo mejor solo necesito un tiempo, tiempo para volver al raíl del tren que me espera.

    Porque ya he llegado a la última parada, y ahora que he llegado a mi destino, tengo que elegir a dónde ir. Mientras tanto, esperaré sentada, recordando como fue el trayecto del tren que dejé ir.
Al menos me queda el recuerdo en la memoria de ese año que para mi ha sido precioso. Al menos me queda el recuerdo. Porque ya es lo único que me queda.

-¡Pasajeros al tren!

Pero yo seguiré sentada, no hay prisas, nadie me espera en otra parada. Todavía.