El árbol cristalino.

    Se acercó al árbol lentamente. Podía ver cómo sus hojas luchaban para alcanzar el cielo. Las ramas del árbol se balancearon violentamente en cuanto Jack tocó el tronco. ''No tengas miedo'', susurró. Se hizo el silencio, daba la sensación de que el tiempo se había parado. Jack miró hacia arriba y llevó su mano derecha hacia la rama que tenía más cerca. La agarró. El árbol se sacudió con fuerza, pero Jack no se soltó. ''Basta''. Una de sus hojas rozó suavemente el hombro del chico. De éste empezó a brotar un hilo de sangre. Jack, asustado, posó rápidamente los ojos en la hoja que se había caído. Brillaba como el cristal, parecía una hoja de cristal. El chico se agachó para cogerla. ''Es una cuchilla. De color esmeralda.'' Horrorizado se levantó lo más rápido que pudo e intentó alejarse del árbol, pero rápidamente éste le atrapó una pierna con una de sus largas y cristalinas ramas y calló al suelo.

    La sangre comenzó a brotar de su pierna. Jack gritó e hizo fuerza para intentar escapar, pero cuanta más fuerza hacía para alejarse, más profundo era el corte que la rama le profería. El árbol cristalino retorció la rama que sujetaba su pierna y ésta estalló en sangre. El muchacho gritó de dolor con todas sus fuerzas. Consiguió incorporarse y acercarse hacia el tronco del árbol, necesitaba zafarse de esa rama que poco a poco le estrangulaba más la pierna. Decidió golpear el tronco con su puño, pero también era de cristal, y lo único que consiguió fue que el árbol se sacudiese, dejando caer una docena de hojas que provocaron una pequeña lluvia de sangre en su cuerpo. Desesperado, miró de un lado a otro el suelo, buscando algo que pudiese dañar al árbol cristalino.

   Con la pierna atrapada, le costaba llegar hacia una roca que se encontraba observando la situación. Llegó a rozarla con los dedos, pero era imposible alejarse más del árbol sin que su pierna se cortase en dos. Sin embargo, Jack sabía que su pierna no iba a salir de allí en buen estado, por lo que decidió tomar impulso para alejarse. Sintió como parte de su pierna se separaba de su rodilla y como la sangre brotaba por el inmenso corte. 
    Su mente se hundió poco a poco en las tinieblas.



Rabia, sangre, chisteras y sonrisas.


    La rabia corría por sus venas, tenía miedo de perder el control. Sabía que era capaz de todo pero a la vez se sentía impotente. ¿Qué podía hacer? Se le pasó por la mente golpear paredes, gritar y romper cosas. ''¡ARG!'' Sentía la rabia y el odio. El odio a las personas, el odio a los momentos, las ideas, el odio a todo.

    Pero ya era tarde. Era tarde para volver a la tranquilidad, necesitaba desahogarse, necesitaba descargar esa rabia. Gritó. No estaba dispuesto a ensuciar su chistera con sangre, pero utilizar su paraguas como arma sí era una opción viable para él. ''Hoy toca desahogarse'' susurró para sí mismo mientras se colocaba su abrigo. ''Hoy toca manchar mis manos de sangre''.


   Su sonrisa delató su regocijo interior.