Viviendo del recuerdo.


      Ella intentó recordar aquellos labios que no dejaban de hablar, quiso callarlos con un beso, pero el recuerdo se esfumó con sus suspiros.
      Se lanzó a la cama con una sonrisa en el alma. Era tan feliz en ese momento, viviendo de aquel recuerdo...

Desván.

    Camina por el desván de los recuerdos, recoge el polvo de las desilusiones y coloca los cajones llenos de nombres de esos chicos. No olvides matar a las ratas que estropean tu desván, porque ese desván es solo tuyo, está en tus entrañas, te pertenece.

      Decóralo con olores y sensaciones nuevas, colecciona fotos y pégalas en el techo. Coge esos besos, abrazos y miradas y déjalos en la cama.

      No olvides de cerrar el desván con llave, solo tú puedes entrar y recordar.




Mariposas.


      Nunca dejaré que marchen las mariposas de mi tripa.
    Bailaremos el vals de la locura con las farolas tímidas que alumbran esta bonita noche. Dejaremos que el olor a lluvia y tierra mojada inunde hasta lo más profundo de nuestros pulmones.

      Bailaremos hasta que nuestros pies se rindan.

No quedó nada.


      Miró por detrás del cristal empapado por la lluvia. Pudo verla a ella, su sonrisa. Bebía café de su chistera, era feliz. 


      Él tenía ganas de tocarla, de ver de cerca su sonrisa risueña, pero sabía que con la lluvia desaparecería. Que ya para ella solo era un recuerdo pasado. Solo era agua cayendo por ese cristal que dejaba ver la sonrisa de aquella chica.