Jack era un pequeño niño con una bolsa de la compra por cabeza.
Puede resultar extraño e inusual, pero en el interior de aquella bolsa se estaba bien. No había ni leones, ni vampiros, ni de quien enamorarse. No podía ver como la gente se había convertido en robots que solo obedecían, consumían, dormían y volvían a consumir. Jack solo podía escuchar la manipulada información que su vieja televisión le mostraba: asesinatos, guerras, hambre, corrupción y alguno de esos horribles festivales de eurovisión... La bolsa en la cabeza le salvaba de todo aquello.
¿Quién no querría una bolsa por cabeza?