Papel en blanco.


      Cogí ese papel en blanco, todavía con marcas de borrador y lápiz borrado, y decidí volver a escribir.
      Escribir una historia, una nueva historia. Una agradable, bonita, alegre, irónica y estúpida historia: Dónde los hilos de las dudas y problemas de todo este tiempo se desaten y ahorquen para siempre los malos recuerdos.


1.


      ''Nora se arrancó el corazón, quería hablar seriamente con él; últimamente éste funcionaba mal, hacía lo que quería sin avisar. Con cuidado lo colocó encima de su escritorio. Con aires de autoridad, se quedó mirando a su corazón frente a frente.

      -- No sé lo quieres, ni lo que pretendes, así que quiero que te acuerdes durante toda tu vida de lo que voy a decirte ahora. --Los pequeños y desaliñados rizos castaños de Nora se movieron levemente tras la pequeña brisa que corrió por su habitación-- No te enamores de cualquiera: fíjate antes de si lleva chistera, fíjate en sus mocasines. No esperes enamorarte del que te diga algo bonito, enamórate del que diga tonterías sobre pingüinos y haga chistes sobre sí mismo. No pienses demasiado en buscar a algún chico, nosotros dos solos nos bastamos. ¿Queda claro?


      Su carazón no pareció inmutarse, pero Nora estaba satisfecha de la charla que había pronunciado. Cogió el corazón, le dio un suave beso y volvió a ponerlo en su lugar.


      --Y ahora te toca a ti, cerebro inútil. ''



3 comentarios:

  1. Las mejores historias las empieza un corazón descontrolado y las cierra un cerebro que nunca aprenderá.

    ResponderEliminar
  2. Muy buena entrada! En alguna ocasión todos hemos querido (o querremos) hablar con nuestro corazón...lástima que no se pueda hacer de esa manera.

    Te sigo :)

    ResponderEliminar
  3. A veces ocurre que el que escribe también se parte, como el lápiz, y no hay manera de sacarle punta. Y también hace cosas sin pensar, se equivoca, y no puede tachar. Errar forma parte de este libro en blanco.

    Poco a poco, vamos encontrando personajes que encajan perfectos en nuestras páginas, sin necesidad de agrandar los márgenes, ni de desviar la historia. Poco a poco, tu mundo crece, y llegan más páginas en blanco, deseosas de ser embestidas por un lápiz, tan acariciado, que se va desgastando.

    A veces escribes cosas preciosas, con el corazón. Y a veces... bueno, hay que sacar de pasear al cerebro.

    ResponderEliminar